jueves, 4 de septiembre de 2008

Descansa en paz en donde sea que estés! Daniel Huerga Merayo (mi abuelo)




Cuartel-cárcel de Astorga
Mientras desempeñó la Comandancia militar en este cuartel-cárcel don Baltasar Chinchilla, de vez en cuando subían a las celdas un cabo y varios soldados portadores de una orden de dicho jefe para que les fuera entregado un preso. Cumplida la orden lo bajaban y lo ponían en manos de la Guardia Civil, que apaleaba al recluso durante mucho tiempo. Lo devolvían después de bien golpeado, y los soldados lo tornaban a la celda. Fueron casos salientes de esas palizas Nemesio Pascual y Daniel Huerga Merayo, de que me ocuparé aparte. Pero no fueron los únicos.

Bembibre
Pasaron por Bembibre (León), próximamente doscientos detenidos. A la casi totalidad de ellos les pegaron brutalmente en la Casa Ayuntamiento, que es donde está la cárcel. Las palizas las daban en el salón de sesiones, que fue habilitado para cuartel general. Antes de pegarles les hacían quitarse a los detenidos las chaquetas, diciéndoles que ellas no tenían la culpa —frase que se ha repetido con singular exactitud en casi todos los lugares de apaleamiento en la zona minera de León—, y seguidamente se despachaban sobre ellos a su gusto. En este pueblo demostró la Guardia Civil una marcada preferencia por los culatazos en los pies, que impedían andar a quienes los recibían, ocasionando a muchos inflamaciones y heridas de consideración.

De todos estos malos tratos fueron testigos presenciales el alcalde, el secretario del Ayuntamiento y el secretario del Juzgado municipal, los tres hombres de derechas, que, seguramente, no lo negarían si fueran interrogados. Por otra parte, la inmensa mayoría de los habitantes de Bembibre, por estar tan céntrico el lugar de la tortura, oyeron los gritos desgarradores de los atormentados. Bastantes personas me hablaron de ello durante mi breve estancia en Bembibre. Destacan entre los casos los de Nemesio Pascual, vecino de Matarrosa, y de Daniel Huerga Merayo y Luciano Domínguez, vecinos de Bembibre, que expondré aparte. Estos tres individuos están ahora en el cuartel-cárcel de Astorga, donde se ha seguido golpeando sin compasión a los dos primeros, como ya queda dicho anteriormente. Allí está también otra infeliz víctima, un chiquillo de quince años, que aun parece más niño por su delicada complexión, quien llegó con la piel de las muñecas cortada por las esposas y el cuerpo cubierto por las huellas de una paliza bestial; es el pinche o dependiente de la Cooperativa obrera de Matarrosa.

Caso de Daniel Huerga Merayo
Detenido en Bembibre el día 18 de octubre recibió su primera paliza en la tarde de ese día. Durante la noche del 18 al 19 fue víctima de dos palizas más y de una cuarta en la tarde del 19. Se le trasladó acto seguido al cuartel-cárcel de Astorga. Allí prestó declaración el día 20 ante el Juez Instructor, teniente don Manuel González Lanchas. Aterrorizado por el trato sufrido en Bembibre, parece ser que confirmó en esta declaración una parte de las falsedades que en dicho pueblo le habían sido arrancadas con tormentos, y entre ellas una acusación contra el vecino de Bembibre Fermín Orallo. El 29 de octubre los funcionarios de prisiones lo entregaron, obedeciendo orden del Comandante Militar, quien lo puso a disposición de la guardia civil del puesto del pueblo mencionado, que se encontraba en Astorga, sufriendo el preso la quinta paliza durante varias horas. El 31, con el mismo procedimiento, fue apaleado por sexta y séptima vez. Y el 4 de noviembre recibió la octava y última paliza. Durante ella, en un rapto de desesperación, hizo frente a los guardias, se escapó y salió al patio del cuartel ensangrentado y gritando. El teniente de Guardia Sr. Alique le detuvo pistola en mano y se lo devolvió a los guardias, quienes lo amarraron y le golpearon hasta quedar extenuados. El 15 de diciembre fue llamado por el teniente Lanchas a careo con Fermín Orallo. Daniel Huerga quiso explicar el motivo de su falsa acusación; pero el Juez creyó que bastaba con consignar únicamente que la acusación falsa había sido hecha por temor a malos tratos. Fermín Orallo fue puesto en libertad.

http://www.asturiasrepublicana.com/criticagordon2.html



Nemesio Pascual Sáez, uno de los cabecillas de la revolución del 34 en la zona berciana de Matarrosa del Sil, detenido por la Guardia Civil. En la fotografía de abajo, la Guardia Civil conduce a otro detenido por su participación en la revolución del 34. En esta ocasión la fotografía fue tomada en Bembibre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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